A veces creo que fallamos. Que luego de sentir la adrenalina estallando como burbujas de sulfitos en nuestro torrente sanguíneo impulsándonos a la acción, vamos y nos sentamos frente a nuestro ordenador para culminar ese glorioso impulso lanzando al ciber espacio dos o tres comentarios que se irán diluyendo lentamente en la línea del tiempo de alguna red social. O con suerte ese impulso alcanzara para crear alguna página en esa misma red social enarbolando la esperanza de sumar y sumar voluntades que nunca suman las suficientes como para esbozar siquiera la promesa de un cambio. Y cerramos los ojos imaginando que esas iniciativas comienzan lentamente a corroer los firmes cimientos de un sistema, a nuestros críticos ojos, perverso. Soñamos con ser los héroes de una nueva era de revoluciones en red. Y causas son lo que nos sobran; las Ballenas, Los Delfines, Los Verdes Bosques, La Capa de Ozono, El Hambre en África, Los Glaciares, el Cambio Climático... En fin. Cada uno de nosotros podría sumar la suya, ¿No? Pero nada ocurre. Nunca sucede nada que altere la situación. Y todo sigue igual. Y entonces surge la pregunta; ¿Será que fallamos?
Hace cincuenta y algo años atrás una masa enardecida obedecía al llamado del idealismo revolucionario y no dudaba en tomar las armas para luchar hasta la muerte por cambiar un mundo de oprobio y corrupción capitalista. Casi diez años más tarde, en una Universidad de Paris, Una juventud soñaba ser realista pidiendo lo imposible. Unos pocos años después Joe Cocker cantaba sobre el escenario de Woodstock " Con una pequeña ayudita de mis amigos"... Luego de eso nos pusieron a dormir a todos.
Sí, ya sé. Suena a alguna Teoría de la Conspiración, Suena a novela Orwelliana, es cierto. Pero basta un pellizco superficial a la epidermis del cuerpo social para darse cuenta del poderoso somnífero que nos ha sido suministrado. El modelo económico puesto en práctica a lo ancho y largo de todo el globo a partir de los setenta, apoyado por el desarrollo de las nuevas tecnologías, lleva implícito el concepto de la manipulación, cuyo elemento útil es la publicidad. Se nos incita a sentir, a desear, a aspirar artificialmente. Luego los medios masivos de comunicación nos atemorizan y la religión nos culpabiliza gratuitamente y esos dos elementos reducen nuestra vida ociosa, aquella que podemos vivir cuando no tenemos que trabajar, a cuatro paredes, un sofá y una pantalla que supera casi siempre las 21 pulgadas. Está bien, tú leerás esto y podrás pensar que estoy exagerando. Dirás que tú y tus cercanos están muy lejos de esa caricatura. Y yo me alegraré por ti y tus cercanos pero no me podrás negar que esa caricatura es un dibujo peligrosamente aproximado de nuestra sociedad ultramoderna. Negar ese hecho solo hace muchísimo más sólido este estado de cosas. Aunque creamos que aportamos a una causa disidente, a una utopía, a un sueño. Aunque creamos que somos conscientes y que el sistema no nos ha vencido, la más profunda verdad es que hacemos muy poco como para alterar el curso de las cosas. Y también resulta, por tanto, una profunda verdad el hecho de que somos vencidos cada día.
A menos que cambiemos radicalmente la manera de accionar, todo esto seguirá pasando.
Lo voy a repetir... A menos que cambiemos radicalmente la manera de accionar esto seguirá pasando.
Yo tengo ideas, si claro. ¿Tú las tienes? ¿Piensas como influir en la Gran Masa? Bueno, escribiendo post en un blog está claro que no; la gran Masa no lee. Citando a una movilización popular en alguna plaza principal de alguna ciudad de la gran Aldea Global tampoco. La Gran Masa no se perdería su programa favorito por asistir a un evento de esas características. Esta comprobado. Quiero establecer que no me asiste un ánimo de situarme en una posición por encima de nadie. Solo expreso con cierta ironía una verdad que es vox populi. No es la burla lo que me asiste. Me asiste la preocupación. Es todo.
Yo lo veo claro. Para cambiar este orwelliano estado de las cosas debemos hacer cosas orwellianas. De otro modo nada cambiara. Debemos ser como los revolucionarios de los años cincuenta, capaces de arriesgar algo importante de sí mismos en pos de algún ideal. Si no somos capaces de poner toda o gran parte de nuestra energía en aquel sueño, nuestra realidad nunca mutara hacia ese sueño. Usemos la imaginación. Busquemos como financiar iniciativas concretas. Si, financiar. El cambio debe ser nuestra inversión, el sistema entiende de esas cosas, De hecho funciona con esas cosas. No podernos ir y competir en una carrera de caballos montando uno de madera. No tendriamos posibilidades. Debemos gastar dinero en uno real. ¿De qué manera? Bueno, busquemos la manera. Demos con el modo de aunar voluntades que coagulen en una acción eficaz. No hacerlo, permítanme decirlo, nos impulsara por inercia a caer en un vacio verdaderamente indescriptible. Yo no quiero algún día sentarme en un sucio café a beber ginebra, cómodamente adormecido, mientras un sentimiento inaudible me dice desde el fondo de mí que me he dejado vencer.
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